In laudem Dulcinea del Toboso

Esta que veis de rostro amondongado,
alta de pechos y ademán brioso,
es Dulcinea, reina del Toboso,
de quien fue el gran Quijote aficionado.

Pisó por ella el uno y otro lado
de la gran Sierra Negra y el famoso
campo de Montiel, hasta el herboso
llano de Aranjüez, a pie y cansado.

(culpa de Rocinante). ¡Oh dura estrella!,
que esta manchega dama y este invito
andante caballero, en tiernos años,

ella dejó, muriendo, de ser bella,
y él, aunque queda en mármores escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños.

Miguel de Cervantes.- Don Quijote de la Mancha (I, LII)

Oda.- (El Quijote. I-43) Miguel de Cervantes Saavedra

Doña Clara y don Luis- El Quijote

Dulce esperanza mía,
que rompiendo imposibles y malezas
sigues firme la vía
que tu misma te finges y aderezas:
no te desmaye el verte
a cada paso junto al de tu muerte.

No alcanzan perezosos
honrados triunfos ni vitoria alguna,
ni pueden ser dichosos
los que, no contrastando la fortuna,
entregan desvalidos
al ocio blando todos los sentidos.

Que amor sus glorias venda
caras, es gran razón y es trato justo,
pues no hay más rica prenda
que la que se quilata por su gusto,
y es cosa manifiesta
que no es de estima lo que poco cuesta.

Amorosas porfías
tal vez alcanzan imposibles cosas;
y, ansí, aunque con las mías
sigo de amor las más dificultosas,
no por eso recelo
de no alcanzar desde la tierra el cielo.

Miguel de Cervantes Saavedra

Don Quijote.- I-43
Don Luis, que, enamorado, sigue a la joven doña Clara en su viaje a Sevilla, entona estas odas que siguen al romance que le había cantado anteriormente en la venta, desde la calle o las caballerizas, y en las tempranas horas de la madrugada.
Doña Clara y Dorotea

Epitafio.- Miguel de Cervantes Saavedra

epitafios-literarios-iii-L-sAQw2T

El monicongo[1], académico de la Argamasilla[2], a la sepultura de don Quijote

Epitafio

El calvatrueno que adornó a la Mancha
de más despojos que Jasón de Creta[3];
el jüicio que tuvo la veleta
aguda donde fuera mejor ancha;

el brazo que su fuerza tanto ensancha,
que llegó del Catay hasta Gaeta[4];
la musa más horrenda y más discreta
que grabó versos en broncínea plancha;

el que a cola dejó los Amadises
y en muy poquito a Galaores[5] tuvo,
estribando en su amor y bizarría,

el que hizo callar a los Belianises,
aquel que en Rocinante errando anduvo,
yace debajo desta losa fría.[6]

Miguel de Cervantes (El Quijote.- I, 52)

[1] Nombre del soberano y los súbditos del Congo

[2] Ubicación ficticia y burlesca de una Academia literaria en Argamasilla

[3] Jasón de Tesalia es aquí de Creta con carácter paródico de la falsa erudición

[4] Alude a China (Catay) yGaeta, puerto de Nápoles en referencias a Ángélica, princesa de China amada de Orlando y al Gran Capitán, vencedor de los franceses en Gaeta

[5] Galaor fue hermano de Amadís de Gaula

[6] Fórmula frecuente para los epitafios

Romance amoroso.- Miguel de Cervantes Saavedra

nave de amres4ROMANCE AMOROSO

Marinero soy de amor
y en su piélago profundo
navego sin esperanza
de llegar a puerto alguno.

Siguiendo voy a una estrella
que desde lejos descubro,
más bella y resplandeciente
que cuantas vio Palinuro.

Yo no sé adónde me guía
y, así, navego confuso,
el alma a mirarla atenta,
cuidadosa y con descuido.

Recatos impertinentes,
honestidad contra el uso,
son nubes que la encubren
cuando más verla procuro.

¡Oh clara y luciente estrella
en cuya lumbre me apuro!
Al punto que te me encubras
será de mi muerte el punto.

Miguel de Cervantes Saavedra

Romance organizado sobre el tópico de la nave de amores correspondiente al capítulo 43 de la primera parte del Quijote. Un mozo de mulas que, en realidad, es un muchacho rico llamado Luis  seguía a su enamorada, la hija del hermano del cautivo, por nombre Clara, en su viaje a Sevilla en donde debían embarcar para América.

De entre esta tierra estéril.- Miguel de Cervantes

Tierra estéril

De entre esta tierra estéril, derribada,
destos terrones por el suelo echados,
las almas santas de tres mil soldados
subieron vivas a mejor morada,

siendo primero en vano ejercitada
la fuerza de sus brazos esforzados,
hasta que al fin, de pocos y cansados,
dieron la vida al filo de la espada.

Y éste es el suelo que continuo ha sido
de mil memorias lamentables lleno
en los pasados siglos y presentes.

Mas no más justas de su duro seno
habrán al claro cielo almas subido,
ni aun él sostuvo cuerpos tan valientes.

Miguel de Cervantes

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, I-40

Almas dichosas.- Miguel de Cervantes

Almas dichosas que del mortal velo
libres y esentas, por el bien que obrasteis,
desde la baja tierra os levantasteis
a lo más alto y lo mejor del cielo,

y, ardiendo en ira y en honroso celo,
de los cuerpos la fuerza ejercitasteis,
que en propia y sangre ajena colorasteis
el mar vecino y arenoso suelo:

primero que el valor faltó la vida
en los cansados brazos, que, muriendo,
con ser vencidos, llevan la victoria;

y esta vuestra mortal, triste caída
entre el muro y el hierro, os va adquiriendo
fama que el mundo os da, y el cielo gloria.

Miguel de Cervantes
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
I, 40

Soneto a Clori.- Miguel de Cervantes Saavedra

Soneto a Clori

En el silencio de la noche, cuando
ocupa el dulce sueño a los mortales,
la pobre cuenta de mis ricos males
estoy al cielo y a mi Clori dando.

Y al tiempo cuando el sol se va mostrando
por las rosadas puertas orientales,
con suspiros y acentos desiguales
voy la antigua querella renovando.

Y cuando el sol, de su estrellado asiento
derechos rayos a la tierra envía,
el llanto crece y doblo los gemidos.

Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento
y siempre hallo, en mi mortal profía,
al cielo sordo, a Clori sin oídos.

Miguel de Cervantes.- Don Quijote de la Mancha, I Parte, capítulo 34.

En la novela de El Curioso Impertinente, Lotario lee sus poemas de amor a Camila en presencia de su marido Anselmo haciéndole creer que están dirigidos a otra dama llamada Clori. En este soneto se queja de celos sabiendo a su amada en otra compañía cuando llega la noche.

Yo sé que muero.- Miguel de Cervantes Saavedra

Yo sé que muero

Yo sé que muero, y si no soy creído,
es más cierto el morir, como más cierto
verme a tus pies, ¡oh bella ingrata!, muerto,
antes que de adorarte arrepentido.

Podré yo verme en la región de olvido,
de vida y gloria y de favor desierto,
y allí verse podrá en mi pecho abierto
cómo tu hermoso rostro está esculpìdo.

Que esta reliquia guardo para el duro
trance que me amenaza mi porfía,
que en tu mismo rigor se fortalece.

¡Ay de aquel que navega, el cielo escuro,
por mar no usada y peligrosa vía,
adonde norte o puerto no se ofrece!

Miguel de Cervantes.- Don Quijote de la Mancha, I Parte, capítulo 34.

Nota.- Soneto con ciertos ecos de Garcilaso

Mal agüero.- Julio González Alonso

55608143-los-árboles-de-mal-agüero-desde-la-oscuridad-colección-de-la-madera
Mal agüero
cuando grita el muchacho:
¡Nunca más la verás, nunca en tu vida!

Mal agüero
cuando corren los galgos
con tantos cazadores tras la liebre.

Dulcinea
sólo estará en tus lágrimas,
mordiscos de tu amor, llaga del tiempo.

Mal agüero
los lobos por la Mancha
del caballero andante derrotado.

¡Don Quijote,
no es cristiana la fe
que alimenta creer en los agüeros!

Las quimeras
huyen de la locura
como huye Dulcinea del Toboso
de tu sueño.

No hay caballero andante
por sierras ni por valles ni por trochas.

No hay pastor
en los montes, ni  ovejas ni pastoras.

Ya la muerte se acerca.
Duro está el alcacel para zampoñas.

González Alonso
Sobre el Quijote ( II, 73) (Poema de estructura áurea)

Es de vidrio la mujer.- Miguel de Cervantes

Es de vidrio la mujer,
pero no se ha de probar
si se puede o no quebrar,
porque todo podría ser.

Y es más fácil el quebrarse,
y no es cordura ponerse
a peligro de romperse
lo que no puede soldarse.

Y en esta opinión estén
todos, y en razón lo fundo;
que si hay Dánaes(1) en el mundo,
hay pluvias de oro también.

Miguel de Cervantes.- Don Quijote de la Mancha, I-cap. XXXIII

1.- Dánae, encerrada por su padre Acrisio en una torre de bronce, fue poseída por Júpiter en forma de lluvia de oro.